Con una duración de 112 minutos, la película es una de las pocas propuestas de terror que nos ha traído el cine de Hollywood este verano, y la respuesta que ha logrado muestra que el público necesita más de este género que durante su historia ha tenido muchos momentos de desgaste y olvido. El director James Wan parece entender esto.
The Conjuring se ambienta en los años 70, no sólo en su historia sino también en otros aspectos. La música, la dirección de arte y varios movimientos de cámara nos evocan películas de terror de culto como La Profecía, El Exorcista, El Resplandor o El bebé de Rosemary. La realización adopta travelings, zooms, escenas simétricas y golpes de sonidos propios de éstas películas, sin embargo, se mezclan con escenas del cine de terror moderno. Todo esto comienza como una buena idea y que resulta muy atractiva pero hay momentos en los que se descontrola.
Durante todo el largometraje suceden momentos de tensión que hemos visto en muchas otras películas, pero la mayoría de estos son contados por James Wan de una manera más estética y creativa, ahí yace la diferencia de The Conjuring. Sin embargo, el problema con el que se encuentra la película es cuando utilizan recursos del cine de terror moderno (Actividad Paranormal o Insidious, del mismo director) ya que hay un choque de ideas en el que se hace obvia la poca originalidad del guión.
En el apartado actoral, es un gusto ver en películas de terror actuaciones como las de Vera Farmiga y la arriesgada Lili Taylor. El director vuelve a trabajar, después de Insidious, con Patrick Wilson, el cual resulta muy poco convincente.
The Conjuring logra sustos efectivos y fuertes, así como imágenes terroríficas que se graban en la memoria. Pero en cuanto a historia no nos trae nada nuevo, sólo momentos que hemos visto en decenas de películas aunque esta vez, con una buena estética y en algunos momentos, una buena dirección. (***1/2 de 5)
Éxitos y fracasos del verano 2013 en el cine:
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